miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Igualdad?

¿Igualdad?

Cada día llegan al mundo millones de almas nuevas, por decirse iguales en capacidad y desarrollo, con las características propias de un ser. Sumido en la incertidumbre de su propio destino. Con el porvenir limpio, puro y con la cabeza en alto. Con una virtud poco sembrada en el anima humana, la igualdad.
Aun así no hemos sido capaces de definir ¿Que es la igualdad? Comprendemos que la igualdad conlleva un trato equitativo. Pero sabemos que no podemos pedir que un pobre pague lo mismo que un rico, ya que a uno le sobre y a otro le falta. Así mismo no podemos pedirle a un niño que cargue un objeto mas pesado que el, o esperar que el trabajo de todos los obreros de una fabrica sea el mismo. Un comerciante no puede ser capaz de realizar la obra de un artista y un artista puede verse en serios problemas al manejar una empresa. Ahí es cuando nos encontramos que la definición es confusa y poco aplicable a la practica. Lo que un anciano podía hacer de joven, no lo podrá hacer ahora, debido a que su organismo no es el mismo, ha evolucionado. Tomemos en cuenta que el medio y nosotros mismos nos encontramos en constante cambio, la igualdad como la queremos conocer no existe, es solo una virtud imposible, un anhelo romántico lejano a la verdadera capacidad humana. Una parte vital de la perfección.
En un intento fallido por definirla podemos decir que es proporcional a la capacidad y posibilidades de las personas. Dependiendo de cuanto pueden, cuanto pueden dar. Esa es la paradójica igualdad.
Con esto nos encontramos que cuando llegas al mundo ya sea en callejuelas sucias o en suntuosas mansiones. Siempre llegaremos de la misma forma, la igualdad pura, una mítica esencia.
Pero al momento de pasar de la obscuridad a la luz, cuando conocemos las primeras sensaciones de vida, cuando damos la primera bocanada de aire, cuando emitimos el primer sonido y te encuentras con la vida dándote la bienvenida. Ese punto en el que por primera vez tus ojos miran al mundo en que has de vivir y formarte, cuando dejamos atrás la seguridad del vientre y nos enfrentamos a la vulnerabilidad como individuos.
Al salir tal y como se encuentra cada nuevo ser jamas sera posible precisar con seguridad la clase social a la que pertenecerá, cual sera su destino o que camino tomara. El de la honestidad o generosidad o si para su desgracia cara en el abismo de la perversidad, y si el odio y el rencor serán capaces de invadirlo o si la indiferencia se apoderara de su mente. Impío y puro es a su llegada.
A los pocos minutos después de saber que sera capaz de sobrevivir, se delimita completamente, el espacio, ambiente y tiempo en que ha de vivir y desarrollarse.
Hay un momento en la vida de todo hombre, en que a pesar de que el mundo puede haberse tornado hostil y peligroso ante el, aun conserva el recuerdo de su llegada la inocencia. A pesar de hallarse encadenado por la sociedad a un destino y calidad social, no conoce diferencias entre unos y otros, no le importa el color, raza, estatus o cualquier tipo de discriminación, solo desea ser como todos, descubrir su mundo y realizar actividades lúdicas con cualquier individuo.
Desafortunadamente la sociedad crea roles, tiende a predisponer el destino cuando todavía ni siquiera empieza a descubrir sus aptitudes. Encadena a un rol o función, dependiendo de su origen, raza y forma de actuar de sus progenitores, juzga sin siquiera conocer su interno, sus ideales y deseos. Ya que cada criatura nace con las características propias de su especie, que las agrupan, pero cada individuo cuenta con características propias que lo hacen único e irrepetible. Son ciertas características o combinaciones que nos ayudan a no ser de una persona. En si no somos completamente iguales, sino parecidos pero esas pequeñas diferencias no deben ser excusa para la discriminación racial y cultural. Esto puede ser una injusticia natural, impresa en cada individuo. Esto no debe ser una desventaja porque expresa nuestra capacidad de libertad y autonomía.
Pero nosotros lo hemos interpretado de otra manera, mientras unos viven privilegiados otros viven abandonados.
Al final cada ser crece y pierde su inocencia, hasta que la sociedad lo ha absorbido completamente. Con todo lo bueno y lo malo que abarca.

Descripción

Escena perdida

Una casa como cualquier otra perteneciente a una familia de clase media, se encontraba sellada por cintas amarillas. Seguramente escenario de algún crimen, de esos repetidos una y otra vez a lo largo de los años. En el exterior todo parece normal, pero en el interior se encuentran las primeras fases del ataque. Salpicaduras de sangre, acompañadas de 2 navajas y un maso ya rojo seguramente por lo acontecido. Se observan muebles rotos, un completo desbarajuste y manchas rojizas aun frescas. Todo recrea la escena, mientras un escalofrío corría en tu cabeza las imagenes del sufrimiento, 8 cadáveres mutilados. Facilmente se observa que no hubo piedad, los rostros muestran la agonía y las habitaciones hacen eco de los gritos desesperados. Puedo asegurar que estas pobres almas vengaran sus muertes atormentando a sus homicidas.

Una historia

La paradoja de un inicio finalizado.

Yacía una mujerzuela de la mas baja calaña, de esas que el infortunio les hizo perder su dignidad y vender su cuerpo al mejor postor, de olvidarse de si mismas y perder la noción de lo que son.
Se encontraba acostada en una cama oxidada, que aun así se mantenía en pie. Era la basura heredada por los suntuosos hospitales privados, la pobre mujer era presa de una fiebre que roía su cuerpo. Se encontraba sumida en un profundo letargo, con dificultad se precisaría si se hallaba a un paso de la muerte.
Después de llevar una vida alegre, sufrió la desgracia de contraer una enfermedad nueva, con el tiempo esta la consumió poco a poco hasta dejarla en el estado en que la encontramos. Esta enfermedad surgida de misteriosas y perversas practicas, se adueño de los barrios bajos infestados de miseria y pobreza.
Volviendo ha donde se halla, en un hospital de beneficencia saboreando de las migajas que le dejan los ricos, las cosas que nadie quiere y nadie usa.
Por desgracia un nuevo ser estaba en camino, lo primero que vería en este mundo seria un mísero cuartucho, con paredes enmohecidas y el suelo des quebrajado, olería el hedor que despediría su nuevo mundo. Para su mala suerte seria un huerfano, destinado ha ser despreciado y a terminar poseído en los abismos mas profundos de la perversidad, condenado a las cadenas de la pobreza y sin oportunidad de ser algo mas.
Tal vez no tan mala fuera su suerte, por algo seguramente moriría muy joven, sufriría la misma enfermedad crónica de su madre. Puede que esto lo salvara de caer en los mas graves delitos y pecados, pero también lo privaría de la felicidad, tan difícil de encontrar en este mundo.
Al pasar de la obscuridad a la claridad, se le mostró su cruda realidad. En un principio nadie hubiera sido capaz de precisar el estado social al que pertenecía, ni el camino que decidiría tomar. Seguramente moriría rápido y su vida seria fugaz pasando desapercibida, quizá en ese mismo instante. Se bandeo entre la vida y la muerte, hasta que dio la primera bocanada de aire.
Era como cualquier otro inocente, tierno y sin pecado alguno, con la belleza propia del valor que todo lo tiene para luchar en este mundo.
Al encontrarse desnudo, con tan solo una sabana blanca cubriéndolo podría haber sido hijo de un poderoso burgués o de un vagabundo. No existía ninguna característica que lo diferenciara de los niños a los que la vida les dio el privilegio de ser ricos y no conocer la mísera Sin embargo al ser colocado en una caja de cartón con retacería de tela como su lecho, era fácil, muy fácil definir que seria una carga para la sociedad, un paria, un indeseable que solo llegaba a desequilibrar la perfecta sociedad, a ser un indigente que viviría a costa de la gente decente, un ladronzuelo o un cruel asesino.
Pero aun no se encontraba realmente solo, sino hasta que su madre expiro la ultima bocanada de aire y la esencia de su vida se extinguió completamente, fue entonces cuando estuvo completamente solo, presa fácil de las tentaciones terrenales.
La pobre mujer acabo en una fosa, no llego a sepultura digna. Tal cual vivió su vida, tal cual termino su muerte.
El pobre ser origen de sus desenfrenos y amoríos, vivió poco, aun así lo suficiente para conocer la desdicha de este mundo y la frivolidad de los privilegiados. La muerte llego como un descanso para su terrible existencia.